El trastorno de pánico es un tipo de enfermedad mental caracterizada por la aparición recurrente y repentina de miedo y pánico intensos, conocidos comúnmente como ataques de pánico. Este trastorno se caracteriza por un terror inesperado, que a menudo hace que quien lo padece sienta que está perdiendo el control o que se está volviendo loco. Aunque el trastorno de pánico se considera un trastorno de ansiedad, a veces puede ir acompañado de agorafobia, un miedo intenso a estar en lugares o situaciones en los que puede resultar difícil escapar o conseguir ayuda, o en los que se puede llegar a depender de otras personas para recibir asistencia.
Aunque se desconocen las causas del trastorno de pánico, hay indicios de que puede estar relacionado con la predisposición genética. Las investigaciones han indicado que los antecedentes familiares de trastorno de pánico aumentan las probabilidades de padecerlo. Otras posibles causas son factores relacionados con el estilo de vida, como el consumo excesivo de cafeína, el estrés y el abuso de sustancias, así como factores fisiológicos, como desequilibrios en determinados neurotransmisores u hormonas.
El trastorno de pánico puede ser atemorizante y debilitante. Los síntomas del trastorno de pánico incluyen temblores, aumento de la frecuencia cardiaca (taquicardia), dificultad para respirar, dolor o molestias en el pecho, sudoración, sensación de ahogo y miedo a morir o a volverse loco. A menudo, el miedo a estas sensaciones físicas puede causar más miedo y preocupación, exacerbando los síntomas e intensificando el ataque.
La psicoterapia, también denominada terapia de conversación, suele considerarse la primera línea de tratamiento eficaz para el pánico y los trastornos de pánico. La psicoterapia puede ayudarte a comprender los ataques y el trastorno, y puede servir para enseñarte a controlar los síntomas. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es un tipo de psicoterapia muy utilizado para tratar el trastorno de pánico. Este enfoque se basa en la experiencia del individuo, y trabaja para cuestionar y cambiar los pensamientos y creencias poco útiles sobre los ataques de pánico. A algunas personas también se les puede recetar medicación para tratar este trastorno.
Además de la psicoterapia y la medicación, varias estrategias de autoayuda pueden ser beneficiosas en el tratamiento del trastorno de pánico. Estas estrategias pueden ayudar a reducir el miedo a las sensaciones físicas asociadas a los ataques de pánico, así como a replantear los pensamientos y creencias negativos que pueden contribuir al trastorno. Una estrategia útil es practicar la respiración profunda, que puede ayudar a limitar la cantidad de dióxido de carbono que entra en el cuerpo y, a su vez, reducir los síntomas de un ataque de pánico. Además, hacer ejercicio con regularidad, participar en actividades de relajación y poner en práctica hábitos de vida más saludables, como reducir el estrés y el consumo de sustancias, también pueden ser beneficiosos para controlar el trastorno de pánico.
Aunque el trastorno de pánico es una afección mental frecuente, es importante recordar que también se puede tratar. Con la combinación adecuada de tratamientos, es posible controlar el trastorno y llevar una vida plena y sana. Si tú o alguien que conoces experimentáis síntomas de trastorno de pánico, es importante que habléis con un profesional de la salud mental para que os ayude. Juntos, con el apoyo de profesionales sanitarios cualificados, es posible superar los retos de este trastorno.